
"Gmar jativá tová" es el saludo en hebreo que idiomáticamente significa algo así como "que seas inscrito en el Libro de la Vida". Literalmente sería, "un buen sellamiento final". Claro que, éste es un saludo más propio del Rosh Hashanah.
El Yom Kippur o día de la expiación, comienza el décimo día del séptimo mes (Tishrei). Durante los diez días que lo preceden ("Días de Penitencia"), el Libro de la Vida está abierto y se decide quién vivirá y quién morirá el año próximo. Al final de los 10 días, en el Yom Kippur, el libro se cierra y si usted está en él, tiene otro año. Si no, no. Es como pensar en el Niño Dios que trae recompensas para todos, pero con consecuencias más severas. Durante este período de introspección que mencioné en el artículo anterior, se debe realizar un serio examen de conciencia (teshuvah).
Yo no soy judío, pero hay varias cosas que me gustan del judaísmo. Una de ellas, es que no hay pecado original -uno nace bastante OK y a partir de ahí, tarde o temprano la embarra. Claro que, en el judaísmo nadie muere por los pecados de nadie, lo cual es bíblico (Ezequiel 18:20). Por eso el hecho de que Cristo haya ofrecido su vida por nosotros es una muestra de su amor infinito. Él no necesitaba hacerlo. Lo hizo porque le dolió en el corazón la separación causada por nuestros pecados. Murió por todos nosotros.
La expiación significa entonces, que Dios derrama su misericordia en la persona de su Hijo Jesucristo y en su muerte todos somos vivificados. Nos redime para la eternidad. Ya nadie tiene que vérselas solo frente el Padre en un juicio que tiene perdido, sino que está representado por un garante perfecto: el Cordero de Dios que quita los pecados del mundo, quien ofreció su vida una vez y para siempre en la cruz del Calvario. Hoy a la puesta de sol, sonaré mi shofar para indicar que termina el Yom Kippur. Dios me habrá perdonado si acepto a Jesucristo y creo en él. Y eso es exactamente lo que voy a hacer.
Y usted... ¿qué va a hacer?
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