sábado, 9 de enero de 2010

Agarrate bien del tablón

Un niñito y su padre estaban paseando en un barquito cerca de la costa de California. De repente se levantó una tormenta y el barco zozobró. Ambos se agarraron de un tablón e hicieron el intento de salvarse nadando y empujándolo delante de si. Después de un gran esfuerzo, el padre se dio cuenta de que con el tablón y el muchacho le era imposible llegar a la playa. Entonces dijo a su hijo:

“Te quedas aquí. Agárrate bien del tablón. Me voy por ayuda y regreso por ti. Pero por nada, sueltes el tablón.” El angustiado padre se dirigió a la playa. Era largo el trayecto y sumamente agotador. Una que otra vez antes de desaparecer en la distancia, se detenía para saludar al hijo, y el niño agarrando bien el tablón con una manita, devolvía el saludo.

Estaba por caer la noche cuando el padre, ya casi completamente agotado, llegó a la playa. Tan pronto como llegó, pidió auxilio y los guardacostas se preparon para el rescate, entró plenam ente la noche. Sin embargo se entregaron al trabajo. El esfuerzo de encontrar al perdido se prolongó durante toda la noche pero el intento fue en vano.

Por fin rayó el alba y el día comenzó a aclarar. Vieron en el horizonte un puntito negro. Era el niño. Al acercarse le vieron agarrándose del tablón y el capitán le oyó cantar. Cuando le subieron sobre cubierta le preguntó:
“¿Porqué cantabas? ¿No tuviste miedo?” El niño contesto:
“¿Porqué tener miedo? Papá me aseguró que regresaría por mí y yo confiaba en él. Me dijo solamente que me agarrara del tablón.”

El capitán lloró al ver la confianza sencilla del muchacho. Jesús nos mandó, “No se turbe vuestro corazón, ni tenga miedo.” Nos contó que se iba para preparar un lugar para nosotros y vendría para llevarnos a la gloria. Tal como el niño que se agarró del tablón, agarrémonos de la promesa de nuestro Salvador. Confiando, también podemos cantar aún.

No hay comentarios:

Publicar un comentario